Autor: Hugo César Delgado Ayala

La siguiente historia ya es un poco viejita pero es muy tenebrosa, mi abuela cuenta que a un hermano de ella que por cierto ya falleció, le encantaba mucho andar con mujeres, tenía a su esposa pero le gustaba la variedad, vivían en un ranchito llamado San Isidro o mejor conocido como La Haciendita.
Mi tío acostumbraba verse a escondidas con su amante cuando esta iba al agua al arroyo por las noches, pero una noche de tantas la fue a esperar y a los minutos según él la vio venir, pero se pasó de largo.
Él se fue tras ella hablándole por su nombre, pero ella no volteaba y más rápido caminaba; adelante había una barda de piedra, la cual la mujer saltó sin ningún problema con todo y tinaja; a mi tío se le hizo extraño pero le tiro el agarrón a su larga trenza.
De repente volteó la mujer con aquellos colmillos enormes y el rostro diabólico e infernal, mi tío se asustó y se fue como pudo a su casa aterrorizado, llegó y le pidió perdón a su mujer, dice mi abuela que fue el remedio para su gran tentación por las mujeres, o bueno, al menos por un tiempo.
Sé el primero en comentar