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Relatos y Leyendas de Nayarit. La música salva vidas

Autor: Hugo César Delgado Ayala

Hugo César Delgado Ayala, Docente Universitario en la UAN y Escritor

La banda tocaba sus alegres melodías, los de la mesa cuatro la habían pedido hacía media hora y no parecía que tuviera fin; una tras otra, las canciones, entre sones, corridos y cumbias, alegraban el ambiente en todo el recinto.

En la mesa ocho, frente a la mesa cuatro, Malaquías, con cara de pocos amigos y pocas pulgas, degustaba su cerveza, y junto a él, en la mesa siete, Augusto hacía lo mismo, acompañado de una bella edecán.

La cerveza hizo efecto y Augusto, dándole un beso a la Chapis, se dirigió al baño; al regresar, una cumbia popular era entonada por la banda, apostada aún en la mesa cuatro.

Augusto, emocionado y al ritmo de la melodía, no se dio cuenta que con su ritmo candente alcanzó a tocar involuntariamente la mano de Malaquías, quien, haciendo uso de todo su equilibrio, evitó que su botella cayera al piso, pero una parte del preciado líquido se derramó, ocasionando la ira de aquel parroquiano, quien de pie, lanzó una serie de improperios hacia Augusto, los cuales no pueden ser escritos por su servidor.

Augusto, al ver que su vecino de mesa levantaba su botella hacia él y diciendo cosas que la música no le permitía escuchar, fue a su encuentro y chocó su botella efusivamente, mientras gritaba a todo pulmón: esa es la gente que vale la pena, la que brinda contigo aún sin conocerte; a ver, mesero, traiga una cerveza para mi nuevo amigo.

Así es como la música, salvó al menos una trifulca en uno de los tantos sagrados lugares de recreación, en el centro de Tepic.

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