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Leyendas y Relatos de Nayarit. «Leyendas de San Juan de Abajo». Hugo César Delgado Ayala

Hugo César Delgado Ayala, Docente Universitario en la UAN y Escritor

Leyendas y Relatos de Nayarit. «Leyendas de San Juan de Abajo»

«Si mijo, en el paso del Valle se aparece un muerto y más en las noches de tormenta y muchos rayos, por eso nadie pasa por ahí porque ya a mucha gente se le ha subido a las ancas del caballo…»

Así me lo contaron, así me asustaron. Tendría apenas unos 8 años cuando escuché por primera vez la leyenda del «Paso del Valle».

Pero y ¿Cuál es el origen de esto? Porque así se cuentan las leyendas en San Juan, a medias o mejor dicho el principio, pero son pocos los que saben quién era el muerto y mejor aún, por qué se aparece. Con el tiempo supe que había sido un indio que habían colgado en el árbol grande que esta junto al río, y en las noches de tormenta se montaba en los caballos de los jinetes que pasaban por ese camino, los jinetes no sólo sentían a alguien atrás de ellos, si no también cómo les tomaban de la cintura para sostenerse.

Pero eso era antes, ¿No?, ahora, ¿Se monta en los coches?, Quizás el indio no, pero «La trailera» sí.

Esto es más reciente, fue a principios de los 90´s cuando un accidente resultó en la muerte de dos tripulantes de un trailer. Se dice que el trailero, le cedió el volante a su amada, sin ser ésta una experta al volante en semejante máquina, lo que resultó que al llegar a un curva ésta perdiera el control, se volcaran y murieran los dos.

Tiempo después, los automovilistas empezaron a reportar que al llegar a esa curva, «la trailera» se montaba en el asiento trasero, podían verla por el espejo retrovisor y cuando volteaban la cara para ver quien estaba atrás, había desaparecido. Se dice hasta el día de hoy, que aún se sigue montando «La trailera».

Regularmente estas leyendas siempre suceden a las afueras de los pueblos. No fue así con «Los duendes del camaronero» (que aún vive en San Juan de Abajo).

A mediados de los 80’s sucedió este caso que ahora es leyenda. Los involucrados aún viven y los testigos también. El camaronero era una persona que se dedicaba a sacar camarones del rio Ameca, y los vendía en el pueblo como forma de vida. Tenía varios hijos pequeños y junto con su mujer trabajaban en la pesca y venta de camarones, por eso el apodo.

De origen humilde y con varias bocas que alimentar, el camaronero estaba desesperado, así que tomó una botella de tequila y se fue al campo. Llamó a los duendes e hizo pacto con ellos, si le daban muchos camarones, su hijo el más pequeño, sería de ellos.

Se dice que de todos los pescadores que iban al rio, él tuvo la mejor racha. Sus redes salían llenas de camarones, mientras que las demás salían como normalmente lo hacían o vacías. Los camarones eran grandes y sabrosos. Así que le empezó a ir bien económicamente y se le veía alegre. Al pasar del tiempo, a pesar de que le iba mejor, se le comenzó a ver deprimido, sus amigos le preguntaban que como era posible eso.

Les contó del pacto y que ya era tiempo de entregar a su hijo. Los amigos le aconsejaron ir por un sacerdote. Así fue como el cura de la iglesia de San Juan fue y rezó dentro de la casa y arrojó agua bendita. A partir de ahí, los camarones dejaron de salir en las redes del camaronero y en su casa los duendes no les dejaban en paz. Arrojaban piedras al techo, que lo atravesaban pero no lo rompían.

La gente enterada de estos hechos, se reunía al caer la noche afuera de la casa del camaronero, para ver estos hechos. Muchos cuentan, que presenciaron las piedras atravesar el techo sin romperlo y a ellos mismos les arrojaron piedras personas invisibles que nadie podía localizar. Estos hechos hacían correr a toda la gente que se había acercado a mirar.

Yo fui personalmente, vi a toda la gente arremolinarse afuera de la casa, vi también al sacerdote entrar y esparcir el agua. Cuando estuve ahí, nunca me arrojaron piedras. Pero esa es la leyenda, lo que cuenta la gente.

El camaronero sigue en su casa, sus hijos ya crecieron y camarones ya no hay para nadie en el Ameca.

Finalmente «El Pueblo Encantado» del cerro Vallejo. Esta leyenda se ha contado desde la época de la conquista, los evangelizadores españoles que llegaron a la región supieron de un «pueblo encantado» en la montaña, donde nadie podía llegar pero que ahí estaba. Existen registros de estos hechos en los reportes de estos frailes, al menos de lo que escucharon.

Se dice que cada semana santa en el viernes santo, se escuchan campanadas en el cerro, justo a las 12 del mediodía. Es este el único día en que si sigues las campanadas podrás encontrar el pueblo escondido en el cerro, pero una vez ahí, serás advertido en salir lo más pronto posible, pues al caer la noche jamás saldrás y quedarás con ellos para la eternidad.

Estas son sólo unas cuantas leyendas, pero existen más, como en todos los rincones de nuestro planeta.

Encontrado en la red.

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