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Relatos y Leyendas de Nayarit. «El Intruso»

Autor: Hugo César Delgado Ayala
Hugo César Delgado Ayala, Docente Universitario en la UAN y escritor
El intruso
Siempre he dicho que dormir en una casa ajena, aunque pertenezca a alguien de la familia, resulta a veces una experiencia no tan placentera, y no me refiero a la comodidad de nuestro colchón, que aunque tenga un resorte saltado sabemos cómo evitarlo y asunto arreglado; mi comentario va más allá, hablo de entes errantes que habitan en lugares habitados, haciendo compañía a las personas que ahí residen.
Al llegar de visita con mi tía Nena mis primos jamás se refirieron a estas compañías, por lo que después de jugar baraja casi hasta las 2:30 a.m. me dirigí a mi cuarto asignado, el cuál era de mi primo Rodrigo, el más pequeño de la casa, de 10 años de edad.
Al acostarme, el sueño me estaba venciendo rápidamente, no estaba acostumbrado a desvelarme, pero una silueta pasó rápidamente hacia la salida, era un niño, por lo que al principio creí que Rodrigo había entrado al cuarto por algo que había olvidado.
Al día siguiente, en el desayuno comenté el suceso, pero sólo se vieron unos a otros y agacharon la cabeza, ahí supe que algo andaba mal, pero me quedaba un día más de visita por lo que solamente estaría ahí una noche más. Antes de dormir no nos desvelamos mucho, y por más que pregunté sobre aquella silueta nadie me dijo nada, así que me fui a costar con más dudas que respuestas.
Al estar acostado, más dormido que despierto, miré de nuevo aquella silueta y supuse que ahí quedaría todo, como la noche anterior, pero aquella sombra regresó y se posó junto a la cama, mirándome fijamente; yo no podía moverme, ni siquiera cerrar los ojos, su bracito se estiró hasta tocar mi mano, su cara no la podía ver, estaba muy oscura, como si fuera un hueco en su cara, sólo sus ojillos resplandecían como dos bracitas encendidas, me apretó y me jaló hacia él, aquella vocecilla jamás podré olvidarla, no era de niño, es más, ni siquiera era una voz normal, parecía como un timbre o un tono arreglado con efectos de DJ, y sólo habló para decirme:
-Vete, este no es tu lugar, tú no debes estar aquí-
Realmente no me lo dijo dos veces, salí corriendo del cuarto y con mis gritos desperté a los demás, mi primo el mayor me dijo que durmiera con ellos pero no pude cerrar los ojos, aquella imagen estaba muy clavada en mi cerebro.
Al día siguiente muy temprano les platiqué el suceso pero nadie hizo gesto de sorpresa, no tuve que esforzarme en entender que en aquella casa había un intruso, y el intruso era yo.

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